Esta es la historia de mi amadísimo abuelo, Luis Alberto Campain. Su historia es como la de tantos otros que han venido a los Estados Unidos en busca de un futuro mejor. Si bien su historia está lejos de ser única, es especial para mí y hace que nuestro compromiso e inversión en nuestra comunidad hispana sea tan personal.

Luis nació en Esmeraldas, Ecuador, en una comunidad afroecuatoriana. Cuando sus padres no pudieron cuidar de él, recibió ayuda de sus tías y de los sacerdotes jesuitas. Para ganar dinero, recolectaba fruta para vender, pero tenía un terrible miedo a las grandes serpientes amazónicas. Cuando le preguntabas por qué se mudó a los Estados Unidos, bromeaba diciendo que quería un trabajo en el que no hubiera riesgo de que se lo comieran. Por supuesto, su verdadero objetivo fue escapar de la pobreza.

A pie, en barco y como pudo, se abrió camino desde Ecuador hasta la ciudad de Nueva York. Era la década de 1930 cuando llegó y encontró trabajo como lavaplatos. Alquiló una habitación a una familia de madre colombiana y padre español. Años más tarde se casaría con su hija María Rosa. Mi abuelo sirvió en la Guerra y recibió su ciudadanía. Cuando regresó, siguió trabajando en cocinas y ahorrando dinero. Años más tarde, abrió su propio restaurante, el Rosemarie, que lleva el nombre de mi abuela. Era conocido por su delicioso pollo asado y su cálida sonrisa.
Como patriarca de nuestra familia, demostró tener las bases para ser bueno con el dinero: trabajar duro, ahorrar y vivir siendo generoso. Durante su vida, patrocinó a más de una docena de personas para que emigraran a los EE. UU., donde los ayudó económicamente y apoyó para que recibieran una educación. Aprovechó al máximo lo que tenía, incluso cuando no era mucho. Creía en el poder de la educación y nos empujó a todos a alcanzar los niveles más altos posibles. Mi última conversación con él antes de que muriera fue para decirle que había recibido una beca para asistir a la Facultad de Derecho de Notre Dame.

Yo también creo en el poder de la educación y con My First Nest Egg queremos compartir las herramientas para enseñar a todas las familias cómo generar riqueza generacional. La clave es enseñar a los niños sobre el dinero y ayudarlos a formar hábitos saludables desde el principio. Gracias por traernos a sus hogares. Queremos escuchar de ti. Queremos escuchar tus historias. Y queremos ser parte del viaje de educación financiera de tu familia.
Gracias.
Nicolle Hood, cofundadora y directora ejecutiva.